07 noviembre 2009

La Loca

Me sorprende el mundo que vive dentro mío. Está metido en esta cabecilla pequeña. Detrás de estos delgados labios, y estos ojos, "De vaca" dice mi mamá. Hay calles desiertas o pobladas de vicios. Y yo viajo en auto o a pie. (La inspiración llega y se va, así que hay que aprovechar) Hay burdeles y bastardos. Estoy yo perdida como siempre quise. Y el mundo es mío porque yo lo inventé. Yo vomito este veneno imaginado y lo vuelvo a tragar. En este mundo no estás, porque nadie me sigue en mi locura. Yo me pierdo cada vez que cierro los ojos. No necesito maletas para escapar de mi casa. Aquí estoy yo. En una carretera infinita, dentro y fuera de la música y de los gritos agonizantes de las parejas. Yo estoy sola y no me importa. Aquí soy libre. Soy libre en ese blues, en este trago y en esta sustancia. Yo no necesito nada porque me tengo a mí. Cierro la puerta de mi cuarto y ya estoy fuera, lejos de este mundo. Viéndome reflejada en los aparadores. Todas las palabras que digo son una, no me entiendo porque hablo en otro idioma. Tengo un olor a humo, a horror, a mierda. Sudo, sudo todo el tiempo. Hablo con gente que no escucha, porque aquí todos están sordos. No tengo amor en esta vida, solo tengo tristeza, odio y una soledad que no cambio por nada. La muerte me abraza y yo me dejo abrazar porque ella no cobra. Veo como se besan los novios y se me olvida de donde vengo. Ya me he tomado tantas pastillas que no se quién soy. Y si cuando regreso a casa me acuerdo, siempre puedo volver. Aquí no hay techo, no hay calor, sale el vapor de tu cuerpo como se te sale el alma. Juego cartas con el diablo y hago apuestas con Dios. Me lleno de caricias de amigas y de enemigos. No hay tiempo aquí, siempre es la misma hora de la madrugada. Duermo en el suelo frío, en el suelo frío. Duermo en el suelo frío, en el suelo frío. Yo duermo en el suelo frío hasta que se me ocurra despertar.

04 noviembre 2009

Tu llegada

En esta casa me he dado cuenta de que hay alguien más, es un niño. El vive dentro de mí y desde mi vientre lo escucho llorar. Dice que no quiere nacer. Vive palpando y pensando en la bolsa en que lo guardo, se la vive preguntando. Yo mientras, le enseño el mundo, le digo de que color son los días, y lo hermoso que es vivir aquí. Le digo que cuando salga va a aprender muchas cosas, que ya no va a llorar.

Han pasado cuatro años y aquí sigue. Dentro mío. Me pregunta que si lo voy a querer y cuandon le digo que sí, el me responde que no es cierto. A veces le canto canciones o bailo con el en la panza, que no ha crecido mucho. Le leo cuentos y replica que son puras mentiras. A veces, cuando duermo, chilla para que me salga a la calle. Me dice que en esta casa no cabe, que estorba. Yo opto por hacerle caso.

Dejó de crecer, calla mas seguido. Cuando estoy sola con él me pregunta que porqué ha llegado, que para qué. Yo no sé que responder nunca. Le digo que coma, que crezca, que se mueva; pero no hace caso. Con el tiempo lo he ido convenciendo de que aquí afuera es mejor que estar encerrado. Y él de alguna manera me ha dado la razon, así que ya come, ha crecido un poco mas.

Pasaron cuatro años y siete meses para que el naciera. Salió por mi ombligo, estaba temblando de miedo. Todo mi cuerpo había cambiado para su llegada. Se esancharon mis caderas y mis senos crecieron llenos de leche para el niño que todavía no tenía nombre. Lloraba mucho y no dormía. Se le pasaba el día viendo las cosas, preguntándome nombres. Yo lo llevaba en brazos a todos lados, le explicaba las cosas, pintaba la casa, le ponía música, le contaba chistes. Pero aun así nunca rió. Siempre tuvo un semblante de duda.

Creció un poco mas, y cuando aprendió a caminar parecía que solo lo hacía para esconderse entre mis piernas. Lloraba por que lo cargara de nuevo. Lloraba por dormir conmigo. Me reclamaba que nunca estaba con el, cuando yo ahí estaba todo el tiempo, solo que el estaba absorto en sus pensamientos. Un día lo sorprendí esculcando mi estómago diciendo que quería regresar. Que no le gustaba acá afuera y que la vida era muy aburrida, que aún faltaba mucho para que el creciera y sobre todo, que los niños no hacían cosas divertidas.

Yo no entendí. Pero lo veia tan triste, tan solo. Yo le seguía dando pecho y era así como lograba calmarlo, pero solo por un rato. La leche dulce le apaciguaba el alma, mientras comía yo le repetía: "Te amo, te amo, te amo..." Pero el ya estaba muy dormido. Nunca surtieron efecto mis regalos, mis risas, mis cosquillas, las mascotas que le llevé, la comida que preparaba que nunca le gustó, pues solo tomaba leche. No surtieron efecto mis abrazos y mis besos. El simplemente nació triste.

Fue entonces como tomé la desición. Me tenía agarrada del borde de la falda pues no sobrepasaba mis rodillas. Le dije: "¿De verdad quieres regresar?" Miró hacia arriba y nuestros ojos se encontraron. "Sí..." No lo pensé dos veces, tomé un cuchillo y me abrí el estomago, le hice una puertita a mi vientre y le dije:
"Ya está. Puedes entrar. Cuando pierdas el miedo sal, que la vida es muy bonita..."
"Sí mamá."

Ha pasado mucho tiempo. La puerta sigue cerrada. Nadie abre, no importa cuantas veces toque el timbre.

02 noviembre 2009

La Concentración

La concentración con la que escribo es la misma que uso cada vez que me pinto las pestañas, o cuando acomodo las cosas de la casa para que todo tenga un significado constante y mágico. Es la misma concentración con la que escudriño tu ser para encontrarte cada vez mas bello y magnífico. La concentración con la que escribo es la misma que uso cuando leo en alguna parte, la devoción con la que me sumerjo en un libro. Es la misma con la que hago mis cuentas para descubrir números divinos que me recuerdan siempre la fugaz y espontanea imagen de Dios. Es la misma con la que me entrego a una ecuación algebraica. La concentración con la que escribo es la misma que uso para relacionar el olor de tus dedos despues de que estuvieron dentro mío con ese olor que me encanta, a tabaco y sexo. La concentración con la que escribo es la misma que uso para alcanzar el orgasmo, controlando la presión exacta de tu peso sobre mi vientre y el oleaje de mis caderas debajo de ti, de tu cuerpo.
La concentración con la que escribo no es mucha, es la suficiente. La suficiente para perderme entre las letras, entre un país que añoro. Es la misma concentración que uso para imaginarme en otro mundo, dentro del mundo en que yo escribo.

01 noviembre 2009

El Cielo

Me gusta salir en las madrugadas, cuando estás dormido, a ver las estrellas. Aquí el cielo es nítido y profundo. Me salgo sola, con mi chamarra y botas por el frío que hace. Cada estrella grita su nombre, mil constelaciones me demuestran su amor. Todo el universo forma una perfecta figura, que no a todos enseña, solo a mi y a esas horas. En ese tiempo la luz es mas clara, el frío también. Comparto ese momento con la luna, que me espera paciente a que algun día vuelva, porque es de donde mi alma vino. Siento que estoy en el espacio. Me acuesto en el patio, el cielo se mueve. Me pregunto a veces si te darás cuenta de que me salgo a esas horas, de que de pronto dejo la cama caliente y desabrazo tu cuerpo... Esto es lo que le regalo a mi alma. Salgo de un amor para sumergirme en otro. En el universo infinito que me muestra su matinal belleza. Me quedo ahí como unos diez minutos, en lo que se consume mi cigarro. Es cuando hablo con Dios y admiro su hermosura. Su sabiduría inmensa, pues no solo creo este mundo, y además nos permite apreciar y añorar todos aquellos otros mundos que nos rodean. Pienso que en alguna de esas luces hay alguien como yo que piensa igual, y que por lo tanto piensa en mi, así que lo saludo. Le digo que lo quiero aunque no lo conozca, que lo extraño. A veces le digo como estamos acá, que el mundo no va del todo bien, que aquí, en la Tierra, nos sentimos solos. Que nos hizo falta un papá. Le pregunto si allá se sienten igual, si han jodido su planeta como nosotros lo hemos hecho. Desde chica siempre fuí igual, siempre soñando, pensando en todos esos otros niños del espacio. Veo las figuras que forman las estrellas, me gustan, siempre veo lo que quiero ver. Y veo tu nombre y el mio juntos. ¿Como sera nuestra hija? Ella está alla en el cielo todavía, porque aún no existe. Pero su alma vuela desde lejos y no saluda. Tal vez con ella es con quién estoy hablando.

"Mi vida, aquí estoy, y aquí está tu papá también, los dos te estamos esprando para cuando quieras dejar de jugar con la luna..."