La concentración con la que escribo es la misma que uso cada vez que me pinto las pestañas, o cuando acomodo las cosas de la casa para que todo tenga un significado constante y mágico. Es la misma concentración con la que escudriño tu ser para encontrarte cada vez mas bello y magnífico. La concentración con la que escribo es la misma que uso cuando leo en alguna parte, la devoción con la que me sumerjo en un libro. Es la misma con la que hago mis cuentas para descubrir números divinos que me recuerdan siempre la fugaz y espontanea imagen de Dios. Es la misma con la que me entrego a una ecuación algebraica. La concentración con la que escribo es la misma que uso para relacionar el olor de tus dedos despues de que estuvieron dentro mío con ese olor que me encanta, a tabaco y sexo. La concentración con la que escribo es la misma que uso para alcanzar el orgasmo, controlando la presión exacta de tu peso sobre mi vientre y el oleaje de mis caderas debajo de ti, de tu cuerpo.
La concentración con la que escribo no es mucha, es la suficiente. La suficiente para perderme entre las letras, entre un país que añoro. Es la misma concentración que uso para imaginarme en otro mundo, dentro del mundo en que yo escribo.
02 noviembre 2009
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